La distinción entre arte y artesanía presenta importantes ambigüedades que derivan, no tanto de cuestiones inherentes al material, la técnica empleada o la calidad del trabajo, como de arraigados prejuicios sociales, culturales y de género. En la década de los sesenta del siglo XX coincidieron los movimientos que reivindicaban una valoración del trabajo manual realizado por hombres y mujeres tejedoras, bordadoras o costureras, con los movimientos feministas que recuperaban para el arte el bordado, la costura, el tejido y otras actividades consideradas típicamente femeninas y por ello históricamente desdeñadas. A partir de entonces irrumpieron en el panorama artístico numerosos colectivos, creadores y creadoras que emplearon e integraron en sus obras estas técnicas y materiales, lo que permitió no sólo borrar las fronteras entre arte y artesanía, sino también poner en tela de juicio el canon artístico masculino.
Este es el punto de partida de "Hilos y tramas. Homenaje a Penélope", exposición que presenta la paulatina integración del tejido en la creación artística contemporánea en Canarias, a través de obras referidas a "lo textil" en una doble vertiente: por el empleo de determinadas técnicas - coser, tejer, bordar - y por el uso de determinados materiales -hilos, cuerdas, lanas -. La muestra está estructurada en tres ámbitos expositivos, "Moiras", "Penélopes" y "Aracnes y Filomelas", que toman su nombre de mitos de la Antigüedad clásica relacionados con la creatividad de las mujeres, los tejidos y el mundo doméstico al que se las relegaba.
Moiras
En el contexto artístico de Canarias, establecer una genealogía en el uso del tejido nos remite obligatoriamente a la obra de Manolo Millares (1926-1972). Este artista recuperó del mundo de las momias aborígenes un tejido de gran expresividad plástica vinculado a la muerte, la arpillera, al considerarlo el material idóneo para expresar la angustia y el sufrimiento humano.
Empleada por su simbolismo y por su marcado carácter trágico, la arpillera aparece en las obras de las nuevas generaciones de artistas canarios de los setenta bien como soporte de la pintura, bien como elemento adherido al lienzo. Así, las arpilleras están muy presentes en las experiencias plásticas de Ernesto Valcárcel (1951)y en sus investigaciones formales y espaciales de esos años, tomando de Millares el gusto por los cosidos y las telas encoladas y alquitranadas.
José Dámaso (1933) es uno de los artistas canarios que, desde fechas muy tempranas, incorporó a su obra elementos del mundo del tejido, con la muerte como protagonista de un universo de telas, puntillas, bordados, cenefas y encajes. Como en Millares, el uso del tejido dota a estas obras de un lenguaje marcado por el dramatismo.
El tensado, destensado y retorcimiento de cuerdas e hilos componen la serie "Las cuerdas" de Jane Millares, también llamada serie de "Cuadros tejidos", una técnica con la que la artista ya había experimentado en los sesenta y que retoma en el 2009 para imprimirle un sentido trágico y desgarrador.
Penélopes
Tejer ha sido una ocupación tradicionalmente asociada a las mujeres dentro de las obligaciones que las atrapaban en el ámbito del hogar, una actividad repetitiva y aislada, un proceso lento y laborioso en el que debe asumirse el paso del tiempo.
Decidido a investigar sobre los tapices y la fabricación de tejidos, Juan de la Cruz (1949) tomó contacto en los años setenta con la escuela catalana de tapices. Desde entonces ha estado inmerso en la elaboración de una obra plástica que parte de las técnicas tradicionales del tapiz, para sacar al tejido de su superficie plana y producir obras textiles tridimensionales con estudiadas combinaciones del color.
En una época marcada por el interés en las nuevas tecnologías aplicadas a la creación artística, las obras de Cristina Gámez (1964) evocan el mundo de los telares. La artista emplea el tejido realizado a mano en un telar artesanal como técnica que descontextualiza y revaloriza para adaptarla a los contenidos de sus creaciones, introduciéndola de lleno en el sistema del arte. El carácter constructivo del tejido le ha permitido ahondar en la construcción de imágenes tejidas así cómo en la representación de composiciones pintadas o dibujadas sobre la tela.
Aracnes y Filomelas
Coser, al igual que tejer, ha sido considerado paradigma de la feminidad más hacendosa y símbolo del trabajo femenino doméstico. Aún hoy en día, pervive la idea errónea de que la costura es una práctica rutinaria y monótona para la que no se precisa de imaginación ni de creatividad, menospreciada al ser identificada con lo decorativo y lo utilitario. En su búsqueda de nuevos soportes y técnicas, artistas como Juana Fortuny (1971), Adassa Santana (1984) e Idaira del Castillo (1985), pintan y cosen sobre telas y materiales de uso doméstico, evocando naturalezas exóticas y recuerdos del pasado o capturando instantáneas diarias para configurar una memoria de lo cotidiano.
Yolanda Peralta Sierra
Comisaria de la exposición
Conservadora de TEA
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